7 emociones básicas
El cuadro 8 muestra las diferencias en los componentes de la emoción para la ansiedad y el miedo. Una de las principales diferencias entre el miedo y la ansiedad es el momento en que se produce el acontecimiento provocador. El miedo se denomina post-estímulo porque el evento provocador ocurre primero, seguido de la emoción. La ansiedad se denomina preestímulo porque la ansiedad se produce antes del acontecimiento desencadenante. Además, la ansiedad puede o no tener un evento elicitador claro, como cuando las personas experimentan ansiedad generalizada. Otra diferencia son los cambios fisiológicos: el miedo provoca la activación del SNS y la desactivación del PNS, mientras que la ansiedad activa tanto el SNS como el PNS. Por ejemplo, durante la ansiedad las personas informan de un aumento del ritmo cardíaco (sistema SNS), pero también sienten la necesidad de orinar (sistema PNS).
En general, la mayoría de los investigadores de las emociones creen que la ansiedad no es una emoción pasajera. Los investigadores de las emociones básicas, como Ekman, afirman además que la ansiedad no cumple los requisitos de una emoción básica, sobre todo porque no existen expresiones faciales universales. Los constructivistas sociales señalan las diferencias culturales en la elicitación de eventos, síntomas y valoraciones cognitivas de los ataques de pánico, un trastorno de ansiedad (Lewis-Fernández et al., 2010). La tabla 9 muestra los acontecimientos desencadenantes en todas las regiones del mundo y su correspondiente término en el idioma de esa cultura. Las culturas occidentales ven la ansiedad como causada por eventos inesperados, mientras que otras culturas ven la ansiedad como causada por eventos esperados (como estar de pie o el tiempo).
Personalidad ansiosa
Nietzsche se queja de que el mundo ha perdido gran parte de su encanto porque ya no le tememos lo suficiente (Nietzsche, Montinari y Colli, 1988, §551). Este diagnóstico no parece aplicarse a nuestra época. Tampoco se puede decir que la aparición de una cultura del miedo haya hecho el mundo más encantador.
El miedo es oscuro y pesado. Nos hace un nudo en la garganta, nos deja sin aliento, nos congela. El miedo es un sentimiento que todo el mundo conoce y que nadie quiere tener. Puede obligar a esconderse en casa todo el día, o a huir constantemente de algo. Puede recaer sobre el pecho como un peso insoportable. Quien tiene miedo ya no puede pensar con claridad, principalmente porque teme perder algo: su cara, su dinero, su hijo, su seguridad. Cualquiera que sea nuestro miedo, ya sea racional o irracional, difuso, flotante, objetual o crónico: es, en cualquier caso, existencial. Nos muestra lo que podríamos perder y, al mismo tiempo, nos impide evitar esa pérdida.
El miedo es un fenómeno que parece afectar a todo el mundo en la sociedad moderna, no conoce límites sociales. La directora general sentada frente a su ordenador es tan propensa a la ansiedad como el limpiador del hotel que se dirige a la siguiente habitación, la oncóloga que recoge a sus hijos del colegio o la modelo que se mira en el espejo. El miedo también es infinito en su contenido: miedo a las relaciones, miedo a volar, miedo a no tener casa, miedo a las enfermedades cardiovasculares, miedo al terrorismo, miedo a perder el estatus social, miedo a hablar en público, miedo a la inflación. Y el miedo puede desarrollarse en cualquier eje temporal. Podemos tener miedo al futuro porque todo ha ido demasiado bien hasta el momento; podemos tener miedo al presente porque estamos preocupados por nuestros próximos pasos. Al fin y al cabo, una decisión a favor de una alternativa es siempre una decisión en contra de otra. Por último, podemos incluso tener miedo al pasado si pensamos que los acontecimientos pasados podrían alcanzarnos (Bude y Spengler, 2018).
4 emociones básicas
Hemos desarrollado una teoría de las emociones primarias a partir de observaciones del comportamiento de Drosophila. Las emociones básicas son estados internos inducidos por cambios corporales básicos, y pueden a su vez inducir comportamientos instintivos genéticamente “cableados”. Están muy conservadas a lo largo de la evolución y presentan ciertas propiedades funcionales y adaptativas que se comparten en un amplio rango filogenético. Por ejemplo, se cree que emociones como el miedo y la ira han evolucionado en respuesta a retos y amenazas vitales fundamentales. Anderson y Adolphs (2014) sugirieron que estas emociones primarias (cuando se combinan) proporcionan un marco para crear varios tipos de emociones secundarias, de manera que los elementos de las emociones primarias pueden combinarse con la experiencia de otras emociones de orden superior que están más afectadas por el aprendizaje y la experiencia específicos. Utilizando este enfoque, las emociones primarias son observables en organismos evolutivamente diversos, lo que nos permite “diseccionar” funcionalmente los mecanismos de los presuntos estados emocionales internos asociados y sus comportamientos manifestados externamente. Hay muchos informes que asocian las presuntas emociones de miedo e ira con comportamientos de “lucha o huida” en Drosophila (Kravitz y Fernández, 2015). A partir del análisis de estas emociones básicas y sus fenotipos conductuales asociados en modelos animales, dilucidamos los mecanismos de las emociones básicas en los seres humanos y proponemos utilizar este conocimiento para definir los mecanismos de los trastornos de la regulación emocional.
Rueda de las emociones
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Hay muchos tipos diferentes de emociones que influyen en nuestra forma de vivir e interactuar con los demás. A veces, puede parecer que estamos gobernados por estas emociones. Las decisiones que tomamos, las acciones que realizamos y las percepciones que tenemos están influenciadas por las emociones que experimentamos en cada momento.
En los años 70, el psicólogo Paul Eckman identificó seis emociones básicas que, según él, se experimentan de forma universal en todas las culturas humanas. Las emociones que identificó fueron la felicidad, la tristeza, el asco, el miedo, la sorpresa y la ira. Más tarde amplió su lista de emociones básicas para incluir cosas como el orgullo, la vergüenza, el bochorno y la excitación.
El psicólogo Robert Plutchik propuso una “rueda de emociones” que funcionaba de forma parecida a la rueda de colores. Las emociones pueden combinarse para formar diferentes sentimientos, al igual que los colores pueden mezclarse para crear otras tonalidades.